El uso de las aguas naturales con fines terapéuticos ha sido constante en la medicina local tradicional desde la más remota antigüedad. Con el surgimiento y auge de los balnearios o instalaciones termales en los siglos XVIII y XIX, el empleo de estas aguas (mediante baños o ingerida), se convirtió no sólo en un método de cura de enfermos, si no en una muestra de la posición social y económica de quienes los frecuentaban, de forma que dichos lugares se convirtieron en verdaderos centros de descanso, ocio y diversión social, siendo los balnearios de montaña (caso de La Vilavella) el principal destino vacacional en la provincia de Castellón hasta los años 60.
Las aguas manantiales de nuestro municipio, por sus propiedades para el tratamiento de enfermedades articulares, musculares y respiratorias, podrían utilizarse al menos desde época romana, con un santuario hispano-romano dedicado a Apolo (S.I a.C.-IV d.C.) situado en la cima de la Muntanyeta de Santa Bàrbara, y que se ha relacionado históricamente con la fuente de aguas termales que brota a sus pies.
Conocemos referencias a los baños y propiedades de las aguas de La Vilavella a través de los tratados de Tissot (1761), Bernardo Espinalt (1786), A.J. de Cavanilles (1795-1797) o Pascual Madoz (1846-1850) entre otros; la posibilidad de “tomar las aguas” minero-medicinales que brotaban del subsuelo de la población fue convirtiendo a nuestro municipio en un bello pueblo-balneario a partir de finales del siglo XVIII, en que ya eran célebres los baños públicos de la villa que ofrecían cura a enfermos, junto con otros dos locales particulares. Tal era la calidad de las aguas termales de la Font Calda de La Vilavella que en 1888 obtuvieron la medalla de plata en la Exposición Universal de Barcelona, y en 1909 la medalla de oro en la Exposición Regional de Valencia. A principios del siglo XX, algunos establecimientos abrían durante la temporada oficial de baño, entre el 15 de mayo y el 15 de junio, y entre el 15 de agosto y 10 de octubre, mientras que otros hacían lo propio todo el año; ello permitía disfrutar de una población bien comunicada y con hoteles y fondas perfectamente atendidos, teatro, cafés y unos parajes idóneos para pasear; las posibilidades de las aguas medicinales multiplicaron los negocios relacionados con las aguas hasta el punto que los pozos y baños termales o medicinales, tanto de casas particulares como de balnearios, eran visitados por unas 6.000 personas al año, un impacto económico importantísimo para una población que en 1900 contaba con 2.280 vecinos. Había “cuatro fondas, once casas de huéspedes, hosterías y balnearios, dos cafés y varios centros de sociedad y recreo”. Esto favoreció además el establecimiento en La Vilavella de numerosas familias adineradas (“senyorets”) generalmente valencianas, que también dejaron su huella en el entramado urbano, como podemos observar todavía en las fachadas de algunas de las calles Sant Vicent y Cova Santa.
Realizando el Itinerario que le proponemos, podrá hacerse una idea de la riqueza termal que ha caracterizado la historia de nuestro municipio; tiene una duración aproximada de 30 minutos, se puede realizar a pie y es de dificultad muy fácil. Permite disfrutar de un paseo por nuestra población y comprender a su vez cómo ha cambiado su fisionomía a lo largo de los últimos dos siglos. Además, su recorrido se complementa con placas colocadas en el lugar en que se levantaron los doce balnearios que tuvo La Vilavella, y que muestran información, fotografías o aspectos relacionados con la historia del termalismo en la población.
El itinerario Termal de la Vilavella comienza en la Plaça de la Vila, que a principios del siglo XX contaba con tres casas de baños. En su ángulo junto a la Iglesia de la Sagrada Familia, hallamos el Balneario de Monlleó, nuestra primera parada.
“El establecimiento montado por D. Leandro García, ocupa el punto más céntrico de la población, con una elegante fachada, muy lujosas habitaciones, un magnífico salon con su correspondiente piano para el recreo de los bañistas, y ricos muebles, para mayor comodidad de los que allí se reunen, siendo toda su decoracion digna de las elevadas personas que ocupan siempre sus varias habitaciones”.
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