Itinerari termal - Recorrido II
9. Balneario de Petit

Este local, hoy desparecido pero del que se ha mantenido la fachada, fue erigido hacia 1840. Era conocido también como Ca Petit, al ser su último propietario el vecino Pasqual Petit Gurrea. En la fotografía del panel, fechada en 1905, podemos observar el aspecto del salón del balneario.

10. Termes Verge del Lledó

El antiguo establecimiento termal que ocupó este inmueble fue erigido en torno a 1840, siendo dedicado a la patrona de la vecina Castellón de la Plana (lugar de origen de sus primeros propietarios). Siendo propiedad de Domingo Galofre, el centro absorbió al vecino balneario de Sant Josep en 1924, configurando así un nuevo espacio de mayor capacidad en la esquina de la plaza y uno de los balnearios de mayores dimensiones de la población. En 1930 era propiedad de Joaquín Galofre. A mediados de siglo, las Termas Galofre eran, junto con la Agrupación de Balnearios, las dos entidades encargadas de la explotación de las aguas termales en el municipio; tenían cocina de primera, luz eléctrica, salón de recreo, garaje y pensión completa, todos los lujos para un establecimiento de sus características.

Del mismo modo que ocurriría con los balnearios de la Estrella y Cervelló, Termas Galofre desempeñó durante la guerra Civil la función añadida de hospital militar (concretamente las instalaciones de rayos X).

11. Pozo agua termal

En el año 2006, durante los trabajos de construcción del edificio de nuevas dependencias municipales del Ayuntamiento de la Vilavella, se halló este antiguo pozo de más de 10 metros de profundidad, que una vez estuvo en el interior de una vivienda particular. En su interior las aguas surgen a una temperatura en torno a los 40°C.

Dichas aguas son hipertermales y minero-medicinales, y están consideradas de mineralización media y de tipo radiactivo, ya que contienen iones de Sulfato, Calcio y Magnesio que las dotan de propiedades sedantes y relajantes de la musculatura y ligamentos, produciendo además efectos analgésicos y descontracturantes, altamente recomendados en artrosis y artritis, reúma, ciática, faringitis, laringitis, bronquitis, mialgias y fibromialgias.

12. Balneario de la Verge de la Salut

El Balneario de Nuestra Señora de la Salud comenzó a prestar servicio de baños en torno a 1880. Su primer propietario fue Pedro Alcázar, quien construyera a principios del siglo XX el Teatro Alcázar de Nules (cuya fachada aún se conserva), hecho que le generó el apodo al balneario de Ca Pere; posteriormente pasaría a manos de sus herederos y su viuda Inés Bartrina. Este establecimiento pasó a denominarse Balneario de Miramar a partir de 1900; era especialmente apreciado por poseer un hermoso y espacioso jardín para el descanso y actividades de ocio de quienes visitaban el balneario, que se hallaba unos metros más abajo, en la actual calle Cova Santa, donde realizaremos la parada del punto 15.

En esta calle podemos observar dos bellos ejemplos de casas modernistas de principios del pasado siglo: el número 19, edificada por el terrateniente Blai de Huesa, y a su lado los números 21 y 25; destacan en ellas el uso del azulejo esmaltado en las fachadas, la rejería en hierro de sus ventanales y balcones, y el trabajo de la madera. Además, poseen todavía los guardarruedas, piedras trabajadas a cada lado de la puerta que evitaban el golpeo de los carros al acceder a su interior.

13. Baño del Comú

Aunque las primeras referencias a los baños públicos de la villa datan del siglo XVIII, alcanzaron gran notoriedad en la centuria siguiente por sus propiedades para la curación de enfermos. Tomaban su nombre por pertenecer “al común de los vecinos”, y se situaban frente a la Font Calda, cuyas aguas nutrían a un edificio reducido e incómodo (con dos pilas para tomar el baño) conocido a principios del siglo pasado como La Presa d’Aigües, derruido en 1985.
Las aguas de la Font Calda, con propiedades mineromedicinales, manan a 27º de temperatura en el manantial homónimo que brota al pie de la montaña de Santa Bárbara; dicha fuente aún puede contemplarse en la plaza.

A nuestro paso por el número 44 de la Calle Cova Santa podemos observar otro ejemplo de arquitectura modernista, en este caso en clave neoclásica; además del ya nombrado uso del azulejo y rejerías, destacan sus motivos arquitectónicos decorativos que recuerdan a templos greco-romanos.

14. Complejo termal de Cervelló

Ante las quejas de los médicos directores de los antiguos baños públicos, que tan sólo disponían de dos balsas para el baño de enfermos (con los problemas de higiene que ello conllevaba), el conde de Cervelló decidió levantar un verdadero complejo termal que se inauguró en la temporada del baño de 1843 con mejores instalaciones (espacioso, iluminado, circulación de aire y agua, ocho pilas de jaspe separadas “con sillas, mesa, espejo y percha”, etc.) integrado por los baños, la fonda (1864) y un oratorio anexo (1870) al que se accedía mediante un pasadizo elevado. En 1885 era propiedad del duque de Fernán Núñez (conde de Cervelló), en 1898 de Blas Cuesta y Hermanos, en los años 20 de Francisco Gras S.L. y en 1926 del vecino nulense Pedro Paradells Alagarda. El agua sobrante de los baños nutría a su vez a los lavaderos situados al sur y que aún podemos ver en la actualidad, junto a los cuales había otras dos casas con pozos particulares para el baño.

El hotel de Cervelló conocido como “Juventud”, sirvió como hospital militar durante la Guerra Civil, alojando a militares heridos en la Batalla de Teruel. Fue uno de los motores económicos de la población hasta que la “Fonda”, un sobrio pero elegante edificio decimonónico, fue derribada en los años 40, mientras que el conjunto de los baños sufriría la misma suerte en 1987.

El antiguo oratorio de Cervelló ha sido integrado en el actual Museu d’Història de la Vila, donde se exhibe una bañera procedente del balneario.

Siguiendo el recorrido, y frente a la antigua fachada de la fonda del balneario, saliéndonos de la ruta, es digna de admirar la vivienda de la Calle San Isidro número 33, “Casa de los Lessús”, señoritos franceses afincados en La Vilavella, ejemplo sobresaliente de la arquitectura popular de los siglos XVIII y XIX.

15. Parque de Miramar

En el lugar donde hoy se alza esta finca de pisos se ubicaba antiguamente el espacioso parque-jardín del Balneario de Miramar, construido por Pedro Alcázar y del que hemos hablado en el punto 12. Los jardines anexos a los balnearios eran el lugar ideal en el que los usuarios de estos centros podían descansar después de tomar unos baños termales, o por el contrario, divertirse en sociedad en animadas conversaciones que permitían desconectar del exterior.

La fotografía del panel muestra un grupo de personas conversando sentadas en los bancos del parque en una instantánea tomada hacia 1920.

16. Balneario de l’Estrella

El Balneario de la Estrella, dedicado a la Virgen de la Estrella fue inaugurado en la temporada de baños de 1873. El edificio, destinado a fonda y balneario, contaba con una galería de baños y una habitación de ducha, y aguas termales a 42 grados de temperatura, siendo comparado en la época con los mejores balnearios de España por sus dimensiones y su ubicación, y tenía 45 habitaciones que daban a una galería claustral. En 1885, su propietario era Anselmo Zarzoso, en 1898 Manuel López, y en 1922 (anunciado como hotel y teatro) era propiedad de Pedro López y López. Casi siete décadas después y habiendo servido como hospital militar durante la Guerra Civil, esta joya arquitectónica (cuyo aspecto en 1904 podemos ver en la fotografía del panel) fue demolida en su totalidad.

En la actualidad, tres bañeras procedentes de este balneario pueden verse en el Museu de la Vilavella, cedidas por la Agrupación de Balnearios en 2015. El Balneario de la Estrella, con su característico claustro rodeado de columnas con vistas al mar, fue demolido a mediados del siglo XX, dando nombre al arrabal que se desarrolló aquí en la década de 1960 y a la plaza actual. En su lugar se alza hoy un edificio obra del arquitecto Manuel Romaní Miquel (quien proyectara en 1954 el nuevo Ayuntamiento), inaugurado en 1964.

Desde esta esquina podemos divisar el verde vidriado de las tejas de la torre de la casa de Luís García-Guijarro (Calle Santa Lucil·la), terrateniente y político que a principios del pasado siglo levantó este lujoso inmueble para sus estancias estivales en nuestra población.

Tomando la calle del Forn Nou -a nuestras espaldas-, volveremos al Ayuntamiento, donde hemos comenzado nuestro paseo.